Llévame contigo
Que una tormenta nos cale los
besos y un mal rayo parta la
noche. Que la lluvia pudra las
tejas de mi tejado y me acune
en un viaje sereno por tus venas.
Que un remolino de navajas
me corte las alas y me deje
para siempre en este lado de
la carretera. Que me empujen,
ultrajen, calen y prendan.
Pero tú tírame la trenza, una
mano al pecho, un susurro
de auxilio, un beso desbocado
y punzante que siga latiendo
en el revuelo. Llévame, llévame
contigo donde las olas arrojen
el primer grito de vida y
el cielo sólo sea un triste
espejo en el que peinarse.
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