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Mostrando entradas de diciembre, 2013

El respetable

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Que dicen que ser respetable es bailar al son de un órgano dorado a los pies de cristo y cantar  alabanzas al tallado madero,  que sangra cuando nadie mira. Que dicen, ahora, que nadie eres si no sangras al más sangrado, pues no hay sentido en tender la mano al que entrega su honra al légamo. No llores su desdicha, nunca se pagó por derrame. ¡Al infierno el  respetable! que las teas ya no quemen más cartones, sino tronos y alcázares. Y que el tirano de harta barriga y honestidad distraída cargue la cruz que adora desde su  almena. No desistas de la bondad, ni decaigas en la contienda,  aunque la virtud y la moral ya no sean respetables. 

Lunática moral

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Cansada está la luna de ser la puta de todos los poetas, pues la utilizan a traición,  cuando ella no mira.  Deshecha en pluma y falsos desamores, esposa infiel de mil parias borrachos de tinta. Y la miran con repulsa cuando es tocada por muchos, más sin brazos redonda no evita ser violada. Dejadla tranquila sola en su vuelo, y que se acueste con quien quiera, que a la noche seguro nunca llegará tarde. 

Rencor

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Maldita la noche en la que borracho dejé una rendija en mi pecho por la que  colarte. Y te encontré entre la basura y cucarachas que habitaban un viciado corazón maltratado de recuerdos.  Nadando en orgías de penas con rencores y tardes de lluvia de reflejos por la ventana. Te encontré en el humo de mis pulmones, desnuda  en el whiskey de un vaso medio vacío, en el sótano de una dignidad sentenciada a pena de muerte. Te encontré y te encontraré, una y mil  veces, para anunciarte, y no en vano, que a quien  corazón mata, a corazón muere. 

La duermevela

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Lléname de ruido las horas, de sueños preciosos la almohada.  Déjame entrar en tu piel y atravesar  desnudo tu perfume de excesos.  Cambiar las agujas de tu reloj por medidas  de tiempo en latidos y convertir el suelo de tu alcoba en el fruto prohibido. Y nunca más pisarlo por temor a la condena eterna del vacío y la ausencia. Róbame la idea de la muerte a empujones por el pasillo, llenando cada baldosa de cantos a la libertad de tu entrepierna.  Enrédate conmigo en una duermevela de dos cuerpos y un corazón, para ceder al sueño nuestro destino.

Cuestión de principios

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Que si hablas porque hablas, y si callas, estás de más,  pero levanta alto el brazo cuando los veas desfilar.  No les toques ni ultrajes,  ni siquiera has de mirar,  besa y reza su bandera  o en la plaza arderás.  Que el que con putas se acuesta, cacique se levanta, pues al pueblo ya no espanta el ver sus hijos gobernar.  Siéntate, muchacho, déjalo estar, que pa' ladrar penas  ya hay un perro predicando en el altar.  Y si lloras, biblia en mano, pudriendo su libertad, ten por seguro hermano, que  ni dios te toserá.  Y si crees que del cielo no te podrán echar, no lo grites,  pues encontrarán la manera  de poderte desahuciar. Porque en la cima de su  esperanza está tu boca silenciada, más no tomaremos venganza, esos cerdos han de pensar.   Pero al llegar su "San Martín", en el amanecer de mil gargantas, comenzará nuestra hazaña,  que en los libros quedará. 

Te cambio un hoy por un mañana

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Fóllame esta noche hasta  pintar de añil las estrellas  y de rojo la luna.  Rómpeme a besos la mueca triste de mi boca, que nunca  más se tuerza una sonrisa.  Atémonos de pies y manos a las esquinas del cielo,  arañando nubes como gatos.  Y firmemos un pacto de  ineternidad, para que nunca  haya un mañana sin  un hoy, ni tú sin mí. 

La diosa descalza

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Me despierto a un palmo de la locura. Casi puede tocarme con sus tentáculos. Huyo, y me la quito de encima a manotazos de agua. Me miro en el espejo y veo que el mal tiempo quiere robarme la vida a tormentas. Y me preparo un café, que me ayude a encontrar la salida de este laberinto sin puerta de entrada. Me pregunto dónde  está esa diosa que algunos dicen ver en  mí. ¿Será que no me conozco?. No encuentro esa divinidad. Me siento descalza, caminando por un suelo con fecha de caducidad. Y  cuando miro al suelo, veo la dimisión de mis suelas, que se niegan a acompañarme en otro día igual.