Quédate
Corté las cadenas que me quisieron atar
al desvelo por ti, a una cama sin ti. Y
caí, a plomo, a la fatiga por tu pelo, caí.
A mojar con saliva el filo de mis plumas,
que al irte enmudecieron. No te alejes
de aquí, que nuestros cuerpos vuelvan a
retorcer los renglones de poesías obsoletas.
Que nunca más duren secas tus sábanas
dos días, y que mi ropa recoja el polvo
de tu suelo al salir. No te alejes de aquí,
y si te alejas, que sea para coger el aire
que te voy quitando.
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