Exilio en el Tártaro





Cuando bajas al infierno, aprendes, que no
de gula tiene el diablo ardores en el estómago.
Que aquí abajo se queman los miedos al mismo
tiempo que tú. Y no esperes encontrar putas
o viciosos de los que hablan las fábulas.
Aquí ya sólo quedan las cenizas de algunas
sotanas y el metal oxidado de férulas forjadas
en pecado. Y no le habléis de demonios a su
compañero de alcoba, pues de espantos está
lleno. Desiste en hacerme una visita, que ya
Caronte me dará el recao.

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