Paraíso corrompido
Me columpio en la
vaga sonrisa
de su oasis blanco.
Aquí me dejo llevar
por un
deprimido viento, que
no
puede más que
acariciar las
tristes caras que
pasean
por aquí. No salgo.
Las flores
zancadillean mis
piernas marchitas, y
al caer,
me sumerjo en la
mierda
de mi cabeza.
Profundo letargo de
malas
ideas y palabras
asesinas.
Saco los pies.
Y si por orgullo o
por cojones
levanto la mirada,
la luna me escupe en
un ojo.
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