Roxanne
Mueren las margaritas
donde
tiembla su niñez. Y
en su vestido
ya no encuentras más que
el
envoltorio de un
juguete roto,
que cada noche
necesita
un remiendo. Y en su
sueño
demonios destripan ilusiones
de tiza y escuadra.
Se le
prohíben las aceras y
los
callejones, se le niegan
escondites y rayuelas.
¡Dulce e inocente
criatura!,
¡premio convertido en
muñeca!, ¡que las
estrellas
te roben!.
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