La Carmen





Se estrellan golondrinas en 
su memoria calcinada,
 anidando ya muertas
en sus tirabuzones dorados.
Se burlan las tardes que
 un día le temieron porque 
ahora no las reconoce. 
¡Qué honor fue verte
cuando supiste quién eras!
y oírte retorcer los cojones
a la vida cuando metía
 la mano en tu cocina. 
¡Qué pena formar 
parte de tu olvido! 
y verte perder
rostros en pañuelos
 de papel. 

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