¡Paren el mundo, me quiero bajar!
Hubo un tiempo, el cual no recuerdo, en el que se sostenían las miradas. Un tiempo en el que olía a papel y tinta. Donde el primer beso entre dos enamorados, llenaba dos páginas. Donde se consideraban y valoraban las rosas. Hubo un tiempo, en el que el tiempo se regalaba y las agujas del reloj carecían de sentido. Ese tiempo ha pasado casi sin darnos cuenta. La prisa y el afán por simplificar ha acabado con lo poético. Lo bello muere en cada cartel que anuncia la llegada a civilización . Hemos sido inoculados con el virus de la impaciencia. Descuidamos todo aquello que depende de nosotros y peleamos bajo la voluntad ajena. Yo, personalmente, necesito echar el freno de mano a este puto mundo.